Las heridas emocionales pueden permanecer abiertas durante mucho tiempo y, en muchos casos, nos reconducen a una herida primaria, nuestra herida del alma.
Además, cuando estamos heridos, tratamos de ponernos máscaras por el miedo a revivir nuestro dolor. De hecho, resulta llamativo cómo una parte de la población camina por su cotidianidad con el corazón hecho pedazos, sin esperanzas, y con la autoestima baja sin hacer nada por cambiarlo.
Es cierto, la sanación es un lento proceso de cambios pero merece la pena ya que sus avances pueden marcar una mayor calidad de vida para quien decide tomar este camino.
Estoy segura de que si estás leyendo esto es porque en ti hay una gran motivación a querer un cambio en tu vida, que te impulsa a querer lidiar con tu dolor, un dolor que quizás pocos ven pero que está allí y quieres sanar.
“La sanación es una puerta que se abre desde el interior. “
El tiempo no cura nada
No te creas todo lo que dicen, como la falsa creencia popular de que el tiempo todo lo cura. De hecho, el tiempo en sí no ayuda, ni hace olvidar, ni resuelve nada. Y cuanto más tiempo esperemos a sanar nuestra heridas, más se agravarán. Realmente, es lo que hacemos nosotros mismos durante ese tiempo lo que genera cambios en nuestro interior.
Los miedos, las inseguridades, la culpa, los pensamientos negativos o la rabia son pequeñas lesiones en nuestro interior que requerirían, sin duda, de mayor atención y autocuidado. Por ello, siempre estamos a tiempo de iniciar una transformación para nuestro bienestar.
Lo que no puedes dejar atrás para poner en marcha tu transformación
Para poder sanar, tendrás que mirar tu herida y, en este proceso, hay ciertos aspectos importantes que es bueno no pasar por alto, como:
- Traer el aprendizaje necesario para no repetir los mismos errores
- No estancarse, tratando de ir más allá, incluso ahondando en heridas o traumas de vidas pasadas
- No postergar ni claudicar ya que, como hemos visto, esto sólo aumentará tu dolor.
- Aplicar lo aprendido y notar como te hace sentir este cambio.
La sanación es un lento proceso de retrocesos y valiosos avances
Hemos de entender que la sanación es un lento proceso de avances y retrocesos, en el que no existen caminos rectos ni fórmulas mágicas o instantáneas. Tenemos que asumir el hecho de que ese viaje no siempre es fácil. Por ejemplo, hacer frente a un trastorno de ansiedad no es un camino recto que nos lleve al éxito inmediato.
Sucede lo mismo en casi cualquier circunstancia en materia emocional: afrontar una ruptura afectiva, hacer frente a un duelo por una pérdida o a una situación traumática, implica aceptar que siempre habrán vaivenes.
Pero no debemos ver esto como un fracaso. Ya que en el viaje de la sanación y el crecimiento personal son importantes también los pasos atrás. De hecho, es así cómo nos conocemos mejor y como podemos trazar mejores rutas en el viaje de la superación y el bienestar.
La sanación es un proceso del que sólo tú eres responsable, no puedes responsabilizar o culpar a otros. Tu familia y amigos pueden apoyarte, pero nunca podrán hacer ese viaje por ti. Tu llevas la rienda y es un ejercicio que supone también una madurez personal.
Te llevará tiempo pero, sin lugar a dudas, harás grandes avances y, en esos momentos, la satisfacción que sentirás por haberlo logrado será inmensa. Al final de este viaje, podrás darte cuenta de que ya no eres la misma persona que cuando empezaste y que el viaje ha merecido la pena.
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