La segunda etapa del duelo es la rabia. En esta etapa, que sigue a la negación, solemos quedarnos atrapadas muchas veces y durante demasiado tiempo. Descubre porqué.

Ya hemos empezado a tomar consciencia de lo que ha ocurrido y, por esto, estamos muy enfadadas.
Es una fase en la que surgen todos los porqués. “¿Por qué a mi, por qué ahora? ¿Por qué ha tenido que irse esta persona?” Y esto nos hace conectar mucho con una profunda desesperación y sensación de injusticia.
Tratamos de dar una explicación a todo esto, pero olvidamos que es ley de vida y que hay un plan para todos.
Ahora bien, en esta segunda etapa, ¿hacia quien proyecto mi rabia? Hacia Dios, si es que creo en él, hacia esta persona que ya no está porque siento que me ha abandonado; hacia los médicos, o la familia. Sea como sea, no podemos estar constantemente enfadadas ni tampoco hacer que los demás paguen por nuestra ira.
Conectamos mucho con la injusticia y con la culpa, sobre todo si ha sido una muerte repentina.
Puede que la culpa sea la que sentimos hacia nosotras mismas o la que proyectamos hacia esta persona que ya no está.

En este estado de queja continua, los sentimientos están a flor de piel y la autoestima baja.
Cuando la rabia sale a flote es muy importante poder aprender a soltarla.
Evadir de este estado y no permitirte soltar sólo puede aumentar el tiempo que perdure esta etapa. Y además puede crear un bloqueo energético que hace que tu cuerpo pueda llegar a enfermar.
Por lo tanto, busca apoyo
y trata de darle espacio a tus emociones
sin bloquearlas.
Recuerda, el duelo es un proceso que hay que transitar y no permanecer en él.
Si quieres conocer más sobre las siguientes etapas del duelo, descubre la tercera etapa del duelo, llamada la NEGACIÓN.
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