Aceptar, una palabra que se repite muchas veces en nuestra vida, cuyo significado tan profundo pocas veces logramos alcanzar. En otros artículos de blog, hemos visto como la aceptación es la última etapa del duelo pero esto no se aplica solo al duelo.
Aceptar es reconocer las cosas tal y como son, no como queremos que sean.
Digo que acepto pero realmente no acepto nada de esta situación. Quiero seguir teniendo razón, quiero que sea como yo creo que tiene que ser. Y has de entender dos cosas fundamentales en cuanto a aceptar:
- No puedes cambiar a nadie. Suelta este control.
- No te centres en los demás, céntrate en ti
¿Y tu, aceptas lo que te sucede?
Cuando no aceptas hay una gran diferencia entre la vida real y lo que te gustaría que fuera. Y esto causa un gran dolor porque detrás de todo esto hay las expectativas que pones. Pero este dolor es parte de tu evolución.
Cuando te encuentras en una situación difícil de gestionar, te cuesta mucho aceptarla. Ya sea o no la pérdida una persona amada, ocurre que tienes tres opciones delante:
- RESISTIRTE
- RESIGNARTE
- ACEPTAR
RESISTIRTE
Esta opción, igual que la de resignarte, te llevarán al dolor y al sufrimiento. Y a un desgaste energético importante. En cambio, si logras aceptar la situación, podrás finalmente soltar esta carga.
Cuando te resistes, luchas constantemente con la vida, tratando de buscar algo para cambiar una situación. Y esta lucha provoca mucho estrés y muchas tensión. Además de una serie de emociones que no te hacen sentir en calma y en paz, como la rabia, la indignación y el rechazo. Y en este proceso, ocurre que tu cuerpo pierde mucha energía. Es como si el universo estuviera lanzándote señales de que no sigas por allí. Y en cambio, tu no quieres escucharlo.
“Aquello a lo que te resistes, persiste.” – Carl Jung
RESIGNARTE
Cuando llegas a gastar toda tu energía, tu resistencia se habrá transformado en resignación. Ya no te resistes, directamente te sometes a la realidad, abandonando cualquier intento.
Aquí ya no hay este deseo de cambiar la situación, entre otras cosas, porque te has quedado sin fuerzas. Y además, porque estás convencida que nada de lo que puedas hacer podrá cambiar esta situación.
En esta fase, puedes sentir apatía, tristeza, desdicha y frustración. Además, déjame decirte que cuando enfocas tu energía sola y exclusivamente en este problema, estás perdiéndote el presente, el aquí y el ahora. Simplemente no estás, o lo que es peor, no centras tu energía en asuntos que sí tienen que ver contigo y que puedes cambiar.
Todo esto te lleva a pensar que no eres capaz de hacer un cambio en tu vida. Pero has de darte cuenta de que estos sentimientos son fruto de un desgaste que lleva mucho tiempo por haber malgastado tu energía resistiéndote.
CONSEJO: Para obtener resultados distintos has de hacer cosas distintas. Si lo que has probado hasta ahora no ha funcionado, no sigas por allí. Tal vez, sea el momento de buscar otra salida. No basta con rebelarse o no desear.
ACEPTAR
La aceptación de la realidad te libera de malgastar tu energía en algo que no puedes cambiar. Te permite liberarte y dejarte fluir. Aceptar te da poder y te permite enfocar todas tus energías para avanzar en tu camino.
¿Ahora bien, si tu aceptas la realidad cambiará?
No. La realidad es tal y como es. Y aceptar no te libera del dolor. El dolor forma parte de la vida. Las pérdidas duelen siempre. No por aceptar estas pérdidas va a desaparecer el dolor. Pero aceptarlo te permitirá que este dolor no se convierta en sufrimiento.
La aceptación siempre es transformación. Mientras la resignación es no hacer nada, la aceptación es movimiento y te aleja del victimismo. Es salir de tu zona de confort. Es un aprendizaje, un salto cuantico de consciencia.
Si aceptas la realidad tal y como es, te liberas de esta carga que llevaba tiempo contigo. Y puedes utilizar toda tu energía para avanzar hacia la vida que deseas.
“El poder está en tu mente. Tu puedes elegir como vivir esta situación.”
Recuerda, el cambio empieza en ti. 
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